Los ciberdelincuentes no sólo van tras el dinero, van tras la oportunidad, y cada uno de nosotros puede proporcionársela.

Ya se trate de robar datos personales o de poner a prueba las defensas digitales, a los atacantes les motivan muchas cosas. Comprender lo que les mueve -desde los hackers externos hasta las amenazas internas en ciberseguridad- es el primer paso para crear conciencia y reforzar la resistencia. La realidad es simple: nadie está fuera de los límites.

Amenazas internas en ciberseguridad: El riesgo oculto dentro de cada empresa

Las múltiples caras de los atacantes modernos

El estereotipo del hacker solitario en una habitación oscura hace tiempo que desapareció. Las ciberamenazas actuales están dominadas por ecosistemas organizativos -grupos criminales, unidades de estados-nación, hacktivistas e incluso amenazas internas-, cada uno impulsado por motivaciones distintas.

Para algunos, como era de esperar, el dinero es el motivo. La ciberdelincuencia ha evolucionado hasta convertirse en una economía de un billón de dólares. Hoy en día, los grupos de ransomware operan como empresas, con servicios de asistencia y programas de afiliación. Los kits de suplantación de identidad y las ofertas de «malware como servicio» permiten incluso a los hackers poco cualificados desplegar ataques de nivel profesional.

Lo que hace que la ciberdelincuencia financiera sea tan eficaz es su eficiencia. Un solo dato robado puede venderse varias veces en la red oscura. Las empresas más pequeñas con defensas más débiles a menudo obtienen beneficios razonables a cambio de un esfuerzo mínimo. Para los ciberdelincuentes, no siempre se trata del premio gordo, sino del volumen. Diez pequeños golpes pueden ser tan gratificantes como una gran brecha de alto riesgo.

Otros ataques son más estratégicos. Los Estados-nación y los grupos patrocinados por el Estado utilizan los ciberataques para robar secretos, recabar información o perturbar a sus rivales. Lo que comenzó como espionaje de gobierno a gobierno ha evolucionado hasta convertirse en campañas a gran escala contra empresas privadas, instituciones de investigación e infraestructuras críticas.

Estos atacantes juegan a largo plazo, infiltrándose en las redes lentamente, creando confianza con los empleados mediante ingeniería social y esperando el momento adecuado para atacar. En muchos casos, su objetivo no es el caos inmediato sino el control silencioso, recopilando datos o socavando los sistemas durante un periodo de tiempo. Por eso es vital la concienciación humana. Los empleados capaces de reconocer los sutiles intentos de ingeniería social son a menudo la primera y la última línea de defensa contra estas sigilosas intrusiones.

Tampoco a todos los hackers les mueve la codicia o la política. Algunos están motivados por la curiosidad, la competencia o la emoción del logro. Estos individuos, a menudo denominados hackers de sombrero blanco o sombrero gris, prueban los sistemas para encontrar puntos débiles, a veces de forma ética, a veces no. Los t l término «sombrero blanco» procede de las viejas películas del Oeste, en las que los héroes llevaban sombreros blancos para distinguirse de los villanos de negro. Los hackers de sombrero blanco utilizan sus habilidades para el bien, ayudando a las organizaciones a identificar y corregir vulnerabilidades antes de que los actores maliciosos las exploten. Los sombreros grises, por su parte, operan en el espacio intermedio. Pueden exponer fallos sin permiso o buscar el reconocimiento más que el beneficio, desdibujando la línea que separa el pirateo ético del ilegal.

La disponibilidad de herramientas de pirateo y tutoriales en línea ha facilitado la experimentación a los particulares. Aunque esto a veces alimenta la innovación y refuerza las defensas, pone de relieve lo delgada que puede ser la línea que separa la investigación de la explotación en el mundo real.

Los hacktivistas persiguen causas más que dinero. Utilizan los ataques para amplificar mensajes políticos o sociales, desfigurando sitios web, filtrando datos o interrumpiendo servicios para hacer valer su punto de vista. Gracias a la automatización y a las redes sociales, incluso un pequeño grupo de hacktivistas puede acaparar ahora la atención mundial. Aunque su objetivo principal puede no ser robar información, el daño reputacional y operativo que causan puede ser enorme.

Hay algunos atacantes que no quieren robar sus datos o su dinero, sino su potencia de cálculo. Conocido como «criptojacking», este método secuestra sus sistemas para minar criptomonedas en secreto o ejecutar operaciones ilegales. Es silencioso y difícil de detectar, drenando los recursos de la empresa sin signos evidentes de intrusión.Para las organizaciones que gestionan grandes flotas de dispositivos o entornos en la nube, estos ataques pueden inflar silenciosamente los costes y reducir el rendimiento al tiempo que exponen vulnerabilidades más amplias.

Por último, muchas brechas no proceden en absoluto del exterior. Un sistema mal configurado, una contraseña débil o un intercambio accidental de datos pueden crear el punto de entrada perfecto para los atacantes. Si añadimos las amenazas internas -empleados o contratistas que hacen un mal uso de su acceso-, el reto se vuelve más complejo. La reducción de este riesgo empieza por la confianza y la transparencia. Cuando las personas entienden que informar de los errores ayuda a proteger a todos, es más probable que hablen rápidamente y eviten que los incidentes se agraven.

Cómo atacan los atacantes

  • Phishing: Sigue siendo el método de ataque número uno, pero el phishing se basa más en la manipulación que en la tecnología. Un correo electrónico, un texto o una publicación social convincentes pueden hacer que los destinatarios hagan clic antes de pensar. Una vez ganada la confianza, los atacantes pueden robar credenciales, desplegar malware o hacerse pasar por colegas para adentrarse en una organización.
  • Malware: El malware -software malicioso- sigue siendo una de las armas más versátiles en la caja de herramientas de un hacker. Desde spyware y troyanos hasta ransomware, se infiltra en los sistemas a través de enlaces, descargas o dispositivos infectados. Una vez dentro, puede robar, cifrar o destruir datos. El verdadero peligro reside en lo silenciosamente que puede operar antes de revelarse.
  • Amenazas internas: Cuando se trata de riesgos cibernéticos, la confianza es un arma de doble filo. Los insiders, ya sean malintencionados o simplemente descuidados, tienen el acceso y los conocimientos necesarios para causar daños significativos. Con el trabajo híbrido y las herramientas de colaboración en la nube ampliando los puntos de acceso, la supervisión del comportamiento de los usuarios y la aplicación del acceso con menos privilegios son más importantes que nunca.
  • Ataques a la cadena de suministro: Los atacantes son oportunistas. Si no pueden llegar a usted directamente, lo harán a través de sus socios. Los ataques a la cadena de suministro aprovechan las debilidades de los vendedores, contratistas o proveedores de servicios para infiltrarse en redes más grandes. En el mundo interconectado de hoy en día, su seguridad sólo es tan fuerte como el eslabón más débil de su cadena.

Por qué seguimos cayendo en la trampa

A pesar de décadas de avances tecnológicos diseñados para proteger nuestros activos digitales, el comportamiento humano sigue siendo la forma más fácil de entrar en nuestros sistemas, ya que los atacantes saben explotar las emociones. La curiosidad, el miedo, la urgencia y la confianza son poderosos motivadores que ayudan a que los mensajes bien elaborados burlen incluso las defensas técnicas más avanzadas.

Las personas hacemos clic cuando algo nos resulta familiar, porque queremos ayudar o porque una petición parece urgente. No es una tontería, es humano. La clave está en saber qué buscar, hacer una pausa antes de reaccionar y comprender que cada clic conlleva un riesgo.

Aunque la tecnología puede evitar muchas cosas, no puede sustituir al juicio humano. Pero, cuando la concienciación se convierte en parte del comportamiento cotidiano, toda la organización se vuelve más difícil de engañar.

Nadie está a salvo – Pero todo el mundo puede ayudar

La verdad es que nadie es inmune a los ataques. Ya sea una empresa multinacional, una start-up o un empleado individual, la oportunidad de explotación existe en todas partes. Pero la concienciación lo cambia todo.

Construir una cultura ciberconsciente no consiste en señalar con el dedo, sino en capacitar a las personas para que tomen decisiones más inteligentes y seguras. Cuando los empleados entienden lo que motiva a los atacantes, pueden reconocer cómo operan y se sienten seguros a la hora de informar sobre comportamientos sospechosos, se convierten en su defensa más fuerte.

Los ciberdelincuentes pueden ver oportunidades en todo el mundo, pero con el conocimiento y la vigilancia adecuados, podemos arrebatarles esa oportunidad.

Obtenga más información para aumentar la concienciación cibernética de su empresa.

Preguntas frecuentes sobre las amenazas internas en ciberseguridad

¿Qué es una amenaza interna en ciberseguridad?

Una amenaza interna en ciberseguridad se produce cuando alguien dentro de una organización -como un empleado o un contratista- utiliza indebidamente el acceso para causar daños, intencionadamente o por accidente.